Sexualidad segura

La advertencia lanzada por ayer por especialistas en el comportamiento sexual de los jóvenes españoles, que cifran en torno a 400.000 el número de mujeres de entre 15 y 24 años que corren elevado riesgo de sufrir un embarazo no deseado, refleja la existencia de importantes puntos débiles en materia de educación sobre salud reproductiva, sexualidad y anticoncepción. Resulta tan llamativo como preocupante que, pese al significativo incremento de los niveles de información sobre el uso de métodos contraceptivos, los jóvenes sigan protagonizando conductas de riesgo. De hecho, una de las constataciones más paradójicas de la tercera Encuesta sobre Sexualidad y Anticoncepción en la Juventud Española es la que certifica que el 94% del colectivo analizado utiliza el preservativo u otras fórmulas para evitar embarazos. De lo que se desprende que el problema no está tanto en el desconocimiento o la falta de concienciación como en las prácticas irresponsables, erróneas o simplemente temerarias; un problema que aflora de manera más evidente conforme la iniciación en el sexo se emprende a edades más tempranas. Formar en el sexo seguro -no sólo para evitar embarazos no deseados, sino también la transmisión de enfermedades- y educar a los menores en la importancia de la responsabilidad personal resultan requisitos necesarios para tratar de contrarrestar los potenciales efectos negativos de una información inadecuada, en especial cuando se busca sin criterio definido en Internet, y de la peligrosa despreocupación en las relaciones adolescentes. La experiencia de otros países europeos sobre educación sexual y reproductiva debería animar al Gobierno a incidir en este aspecto del nuevo anteproyecto de ley que está a punto de aprobar, más allá de la controversia centrada en la reforma de la legislación sobre el aborto.